La transformación o crecimiento vital es la capacidad y la voluntad de vivir más allá de las formas o apariencias.
¿Qué indicios nos orientarán en este crecimiento?
a) Tendencia a pensar y actuar con espontaneidad sin ningún temor derivado de experiencias anteriores.
b) Capacidad para disfrutar de cada instante.
c) Pérdida de interés por juzgar a otras personas.
d) Pérdida de interés por interpretar las acciones de los demás.
e) Pérdida de interés por los conflictos.
f) Disminución de las preocupaciones.
g) Frecuentes e intensos momentos de apreciación de lo bello.
h) Sentimiento de satisfacción por haberse conectado a los otros y a la naturaleza.
i) Frecuentes estados de alegría.
j) Creciente receptividad hacia el amor ofrecido por los demás, a la vez que necesidad imperiosa de ofrecer el propio.
Esta práctica conduce a apreciar todo lo que se nos cruza en el camino, hacia una nueva comprensión de los demás, que poco a poco, se apodera de nosotros.
Ya no importa lo mucho que conseguí, sino el saberme en armonía con mi propio sentido de pertenencia a la humanidad, a los demás. Mis propias etiquetas ya no me son necesarias.
Lo que hago no es algo que hago, sino algo que soy, forma parte de mi ser.
Crecer o transformarse requiere abrirse ante la posibilidad de una idea totalmente innovadora. A veces solemos resistir o rechazar las ideas nuevas en bien de aquellas a las que estamos cómodamente habituados.
Al inicio puede resultar arriesgado renunciar a las comodidades de siempre y dar ese paso adelante para ponerse en contacto con su ser interior, donde usted siente las cosas. Ahí donde residen sus pensamientos.
Es posible, también, que esta resistencia sea por temor a los cambios o tener que analizar algo que no comprende.
Una vez que acepte que es mucho más que un montón de huesos, músculos, órganos y sangre, se hallará bien encaminado hacia el cambio.