Se ha observado creciente interés en el estudio de la capacidad de reacción que pueden desarrollar algunos niños y adolescentes cuando están expuestos a situaciones difíciles, adversas o agresivas. Frecuentemente logran superar sus propios límites de resistencia y generar mecanismos y procesos de defensa y protección más eficientes que antes de la exposición a dichos factores adversos.
Este fenómeno, denominado resiliencia, opuesto al riesgo y complementario de aquel, en lugar de poner el acento en los factores negativos, que permiten predecir quien ha de sufrir un daño, lo ponen en las capacidades positivas que sorprendentemente y contra lo esperado, lo protegen y fortalecen su maduración y crecimiento.